Cruel final para Alcaraz, que aguantó roto físicamente hasta que ganó Djokovic

Novak Djokovic disputará este domingo su 34ª final de Grand Slam, la séptima en Roland Garros. Carlos Alcaraz fue víctima de los calambres desde la conclusión del segundo set, haciéndose incontrolables en el tercero. Tuvo que inclinarse 6-3, 5-7, 6-1 y 6-1 en 3h.23'.

El serbio peleará por su tercer Roland Garros, el 23º Grand Slam récord (está igualado a 22 con Rafa Nadal), contra el noruego Casper Ruud. Un triunfo le daría también un número uno que no pudo defender tampoco por sí mismo el murciano, víctima de un cruel infortunio en uno de esos días especiales en la carrera de un tenista. Se sentía preparado, pero la mente le traicionó enviando una carga de tensión a su cuerpo imposible de soportar. Nervios, exigencia. 

"Es increíble, no puede ser, no puede ser", se lamentaba Carlos Alcaraz dirigiéndose a su entrenador Juan Carlos Ferrero. Lo sé, Juanki. Pero es muy pronto para retirarme", se rebelaba el pupilo, aun dispuesto a que se diera un milagro.

El partidazo con Novak Djokovic estaba tomando una dimensión cruel para el murciano, que notó una sensación extraña que agarrotó su cuerpo, después de 2h.31' de extraordinaria semifinal de Roland Garros.

El murciano se apoyó en la pierna izquierda, con la derecha flotando por el aire, para devolver una pelota a Novak Djokovic. Se alarmó enseguida. Bajó corriendo la jueza de silla, la francesa Aurelie Tourte, para interesarse por su estado, así como su rival pasó al otro lado de la pista para comprobar qué pasaba.

La árbitra explicó a Alcaraz qué indica el reglamento en estos casos, como también lo tuvo que hacer después a través de megafonía cuando los más de 14.000 aficionados de la Philippe Chatrier silbaron que de repente el español perdiera un juego sin disputarlo, para 1-3 Djokovic y saque.

El murciano, 20 años, prefirió ser atendido inmediatamente, so pena de esta penalización, a esperar el siguiente descanso. Apareció de emergencia el fisioterapeuta para masajear el gemelo y el muslo de la pierna derecha. "El problema es que también es aquí, aquí y aquí", se preocupaba aún más Carlos Alcaraz tocándose también la pierna izquierda.

"Vamos a hacer un último intento", le indicó al 'trainer'. Aguantó el set entero, que entregó lógicamente 1-6, incapaz de desplazarse con normalidad. Decidió a continuación acudir al vestuario para tomar un respiro y que comprobasen su estado físico.

Volvió cabizbajo. Los presentes corearon "Carlos, Carlos", intentando animar al joven tenista, que ya tuvo problemas físicos en la conclusión de la pasada temporada (abdominal) y a principios de la presente (isquiotibial pierna derecha). También continuó en pista, cojo, ante Cameron Norrie en la final de Río. 

Permaneció en la cancha, pero el encuentro ya nada tenía que ver con el excepcional espectáculo de las dos horas y medias previas. Con el legendario Djokovic en estado sublime y Alcaraz buscando el camino hasta que lo encontró a las dos horas y 11 minutos. No había solucionado el segundo set con 5-3 y saque, tampoco con un 0-40, tres bolas de set, en el 5-4. El pulso planteado por el serbio, 36 años y nº 3, era digno de la excepcionalidad del 'Big 3'. Insistió Carlitos, que se contruyó otro 0-40 para llevarse el segundo set, equilibrar la semifnal.

Había sido Djokovic quien primero había pedido tiempo médico con 4-3 Alcaraz en el segundo set. Se quejó de la muñeca derecha, como si se le durmiesen los dedos.

Sin embargo, la lesión seria la padeció después Alcaraz, en forma de traicioneros calambres. Y la semifinal quedó vista para sentencia. Duro para Carlitos, que no olvidará esta lección, todo lo que demanda un Big 3 como Novak Djokovic. Hubo tensión e intensidad. Cada minuto fue trabajo extra, por obra y gracia del balcánico. 

Por: ÁNGEL RIGUEIRA

Fuente: MundoDeportivo.com

09-06-2023