Rómulo Betancourt Bello 

Padre de la democracia venezolana 

42 años de su muerte.

Tal día como hoy, el 28 de septiembre de 1981 en el Doctor's Hospital de la ciudad de Nueva York, falleció el ex presidente de Venezuela, Rómulo Betancourt Bello, el padre de la democracia venezolana.

El periodista Samuel Robinson, corresponsal de Venevisión en Estados Unidos, fue el periodista venezolano que dio la primicia desde el Doctor's Hospital de la muerte física del expresidente Rómulo Betancourt.

Los reconocidos periodistas Carlos Rangel y Sofía Imber entrevistan a Robinson el 15 de julio de 1982, en su talentoso programa Buenos Días de Venevisión sobre la muerte de Rómulo Betancourt y los últimos días en vida en Nueva York del padre de la democracia venezolana:

SI: Estamos con el colega Samuel Robinson, quien fue enviado en septiembre del año pasado, por Venevisión, a Washington para cubrir el viaje del presidente Herrera a la ONU. Por esa circunstancia estaba en Nueva York durante los últimos días de Betancourt y regresó inmediatamente cuando el Presidente sufrió su fatal accidente. Ahora, Samuel Robinson, como buen reportero, como buen periodista, no pudo guardar para sí toda esa experiencia y acaba de publicar un libro que se llama "Los últimos días de Rómulo Betancourt", que ustedes lo pueden encontrar en todas las librerías y que hoy lo vamos a comentar sabrosamente con nuestro colega. ¿Para qué fueron Rómulo y René a Nueva York?

SR: Muchas gracias, Sofía y Carlos, por permitirme venir a conversar con el pueblo de Venezuela y con los televidentes de "Buenos días". El objetivo fundamental de esa visita era la revisión de las memorias del ex presidente Betancourt. La editorial norteamericana había exigido que Betancourt se trasladara a los Estados Unidos para publicitar la última parte de sus memorias, entregarlas. Las memorias iban a salir publicadas en inglés y luego se publicarían en español, o sea, que en 70 días las memorias de Betancourt iban a estar ya en las librerías. Lamentablemente la obra quedó inconclusa.

CR: ¿Cómo era la relación de Betancourt con esa ciudad?

SI: Le encantaba.

SR: Nueva York guarda un recuerdo especial para Betancourt. El presidente Betancourt pasa varios años de su exilio en Nueva York, pero el Nueva York que él descubre, ya después, en su madurez y en su retiro, que yo califico de retiro espiritual, es diferente. Él llega a la ciudad de Nueva York y le encanta, la ciudad de los taxis amarillos -como yo la llamo-. Eso ocurre después de su segunda Presidencia. Betancourt tenía un mal recuerdo de Nueva York que él vivió durante el exilio, todo exilio es malo. Es decir, el presidente Betancourt guardaba malos recuerdos de aquella ciudad, pero él le confesó a varios amigos, después de haber vivido en Europa, que la ciudad de Nueva York le atraía.

CR: No olvidemos que él vivió en Berna, estuvo en Francia, en Nápoles, o sea, que ése era un juicio comparativo.

SR: Después de haber vivido en Europa, el Presidente redescubre Nueva York. Generalmente, cuando uno llega a esa ciudad, que es una mole de hierro y cemento y donde todo es locura, la primera impresión es que aquello es el infierno, pero poco a poco, cuando uno se va compenetrando con la ciudad, se va dando cuenta que Nueva York es atractiva.

CR: Lo que dice Samuel es cierto.

SR: La primera impresión es de moles de 200 y 300 pisos, las calles son terribles con el denso tránsito, etc.

SI: ¿Cómo pasaba su tiempo allá el presidente Betancourt? ¿Cómo eran sus días?

SR: El presidente Betancourt era rutinario. Se levantaba muy temprano, compraba el New York Times, veía en la TV Good Morning America, salía luego a pasear su perrita.

CR: Good Morning America es el programa equivalente a "Buenos días, Venezuela".

SR: Allá es el primer programa, tiene 90 millones de televidentes y aquí este programa es el primer programa de la TV venezolana. El presidente Betancourt se levantaba muy temprano, leía, salía en los alrededores de donde estaba viviendo y luego en el carro se iba al Parque Central, adonde llevaba a la perrita para que hiciera sus necesidades -porque la perrita nunca se acostumbró a hacer sus necesidades en el apartamento-. Ellos viajaron con una perrita, ustedes deben recordar que el presidente Betancourt amaba mucho a los perros. En una oportunidad, cuando él era Presidente, se le perdió la perrita y se formó un escándalo en Venezuela porque se había perdido una perrita que era del presidente Betancourt. En esta oportunidad él tiene una perrita muy coqueta, ustedes la conocen, y el Presidente se la lleva a Nueva York y la sacaba a pasear por el Parque Central y regresaba contento cuando regresaba al apartamento y le comentaba a la doctora: "Mira, me han dicho que la perrita es ?beautiful?, esto y lo otro". Él se contentaba porque la gente en la calle admiraba a la perrita sin saber quién era el dueño de la perrita, que eso era una de las cosas quizás que más entusiasmaban al Presidente. Betancourt en Nueva York...

SI: Betancourt es un gran político, es un gran valiente y no le tenía miedo a esa cosa que hay aquí en Venezuela contra los perros, que tener una perra significa para muchos que uno es un burgués.

CR: Una de las cosas que más le gustaba a Betancourt de Nueva York era el anonimato, poder caminar por la calle como cualquier ciudadano común.

SR: Sí, realmente él caminaba por Nueva York y lo miraban como se mira allá a todos los ciudadanos, te miran pero no te reconocen, que es el problema o la ventaja de las grandes urbes. El Presidente caminaba por el parque con su perrita y la gente admiraba a la perrita por el amor que tienen los norteamericanos a los animales, y el Presidente regresaba sumamente contento cada vez que salía con su perrita, y hay en el libro un pasaje sobre un día en que él no puede salir al parque con su perrita porque no se sentía bien y manda con la escolta, con los asistentes que tenía en Nueva York, a que llevaran a la perrita al Parque Central a pasear y a que hiciera sus necesidades, cuando están en el parque, la perrita como extrañaba tanto al Presidente, se escapa porque él no iba con ella y dura cuatro o cinco horas extraviada en el Parque Central. Arroyo, que era uno de los asistentes del Presidente allá, me comentó en esa oportunidad: "Mira, si esa perra no aparece, yo me hubiera ido a la Embajada de la URSS".

SI: ¿Y cómo encontraron a la perrita?

SR: Un niñito encontró la perra, porque ellos corriendo, gente ya mayor, en el Parque Central detrás de un perro, aquello ha debido ser terrible, y un niñito logró alcanzar la perrita y se la entregó a los escoltas.

CR: Por las tardes el Presidente trabajaba en su apartamento.

SR: El Presidente iba a almorzar y después de regresar al apartamento descansaba un rato, salía a almorzar generalmente a esos restaurantes pequeños donde sirven muy buena carne en Nueva York y siempre iba con amigos. En esta oportunidad estuvo con la Sra. Salvatierra... (interferencia impidió escuchar otros nombres) ...y luego del almuerzo él se iba a la Librería Francesa y compraba los periódicos franceses. Él leía muy bien en francés, leía en italiano, leía en inglés, y revisaba la prensa europea. Luego, en el carro, daba una vuelta por Nueva York y regresaba al apartamento y se ponía a trabajar. Hay que recordar que el presidente Betancourt no escribía a máquina y después del atentado de Los Próceres el sólo escribía a mano, escribía en cuadernos y todas las tardes, ésa esa su rutina.

SI: También veía el béisbol.

SR: También veía el béisbol por televisión y esa rutina se rompe cuando recibió la invitación del presidente Herrera para ir a presenciar el partido de béisbol de lo cual hay magníficos testimonios gráficos. (Se mostraron fotos de los dos presidentes sonrientes en el béisbol). Nosotros llegamos a Nueva York el domingo a recibir al presidente Herrera que iba a estar cuatro días en la ciudad. El presidente Herrera llega a Nueva York el domingo 20 y ese día fue la tarea rutinaria de la llegada del Presidente, lo entrevistamos a su llegada a Nueva York y el lunes el presidente Herrera pronunció su discurso en la ONU, en la Asamblea General. El presidente Betancourt asistió a ese acto, previa la invitación que le formulara el embajador Martini Urdaneta.

CR: ¿Cómo estaba Betancourt ese día?

SR: Ese día él estaba extraordinario, extraordinario hasta el extremo que yo estoy con el equipo de filmación -en la ONU no dejan meter equipos de filmación dentro del seno de la ONU, porque ellos tienen sus propios equipos-, los equipos nuestros tienen que estar del lado de afuera. En ese momento, en el lobby allá, el presidente Betancourt está con el Ministro de la Defensa y con el Gral. Torres y con el Gral. Zapata y él me distingue que estoy allí afuera y en ese momento una reportera de Radio Caracas TV le dice a la Dra. Hartman: "Mire, ¿lo puedo entrevistar?", y ella le contesta: "Más pierde el venado que quien lo tira", y ahí fue cuando el presidente Betancourt dijo que fue muy interesante el discurso del presidente Herrera y da las declaraciones. Él estaba perfectamente bien.

Entonces me distingue y me llama y me dice: "Robinson, está muy bien lo que están haciendo por TV, siempre te veo desde Washington en Caracas y en cuanto esté en Washington te voy a llamar porque quiero caminar por Washington". Me dijo que tenía, desde el año 76, que no iba a Washington, pero antes me dijo que estaba preparando un viaje, que iba a ir a la China con Valentín Fernández y con otras personas. Él estaba preparando ese viaje a la China, es decir, el presidente Betancourt no tenía intenciones de regresar de inmediato a Venezuela, él iba a viajar por seis, siete u ocho meses, por un tiempo largo.

SI: En el juego de béisbol los presidentes Herrera y Betancourt se retrataron.

SR: Mira, ésta es una de las fotos más extraordinarias. Se ve a los dos Presidentes, y el rostro del presidente Betancourt y el rostro del presidente Herrera muestran una gran satisfacción y alegría. Hay un dato de ese día que no lo sacamos ahí y que después del béisbol hizo parar el carro en un punto y se metió en un restaurante, de esos pequeños que hay en Nueva York, y compró un sándwich y se tomó un vaso de leche y en la noche le comentó a la Dra. Hartman que se sentía sumamente contento, que se sentía extraordinariamente bien, contentísimo. En la pizarra del Yankee Stadium ese día apareció el letrero: "Bienvenido el presidente Herrera, bienvenido el ex presidente Betancourt". Y a la salida del estadio, un grupo de latinos, de puertorriqueños, que estaban allí, empezaron a aplaudirlo y le decían: "Adiós, Presidente", y entonces Betancourt se sintió sumamente contento con todas estas cosas.

CR: Dos días más tarde, el 22 de septiembre, el presidente Betancourt sufrió el accidente que le costó la vida días después, el fatal derrame cerebral. Todos sabemos lo que sucedió, pero en el libro de Samuel Robinson esto está con detalles muy concretos, esto está relatado estupendamente bien, es un libro muy bien hecho.

SR: Ante todo quiero aclarar que este libro mío no es un libro de historia, porque yo no soy historiador. No es tampoco un ensayo literario, porque tampoco soy ensayista. Es un libro de una crónica periodística.

SI: De reportero.

SR: De las vivencias del acontecimiento. Yo fui testigo de excepción de lo que ocurrió en Nueva York y lo que hemos hecho es recopilar muchos datos, entrevistar a mucha gente y en el libro aparece el testimonio de la Dra. Betancourt, ella le llevaba el diario al presidente Betancourt. El presidente Betancourt, Sofía y Carlos, muere por accidente, desgraciadamente fue un accidente que le quitó a Venezuela a uno de los hombres más interesantes y apasionantes que ha tenido Venezuela en los últimos 50 años. Hoy, a casi un año de ese fatal accidente, el presidente Betancourt estaría entre nosotros si no hubiera ese accidente.

CR: ¿Cómo fue el accidente fatal?

SR: Betancourt estaba escribiendo, ese día no salió y le dice a la Doctora... comieron un sándwich al mediodía... y le dice... en esto llega Aristiguieta, el Jefe de la escolta, y ella le dice: "Menos mal que llegaste, porque quiero revisar qué nos falta para mañana para comprarlo". El Presidente está escribiendo y cuando oye eso les dice: "¿Ustedes están hablando del desayuno? ¿Por qué no hablan de la cena?, porque yo hoy almorcé muy mal". Entonces ella le dice: "¿Qué es lo que tú quieres?", y él le responde: "Bueno, vamos a ver qué es lo que hay de comida". Ellos vivían en un edificio muy moderno donde hay un club y ella le dice: "Déjeme mandar a buscar el menú del club para ver qué pedimos para cenar". Entonces él se levanta del escritorio y era un escritorio pequeño. Allí en el apartamento hay un pequeño...

CR: Era un apartamento prestado.

SR: Es un apartamento del ministro Oropeza, el ex-Ministro, y allí hay un pequeño cenicero de bronce de tres paticas y él, como fumaba pipa y escribía, coloca ese cenicero debajo del escritorio para darle pipazos al cenicero, para limpiar la pipa. Entonces, cuando se levanta, pone el pie arriba del cenicero, un pie lo tiene arriba de la alfombra y el otro pie lo tiene arriba del cenicero, dentro del cenicero prácticamente, y ello sin darse cuenta. Él está parado conversando con ellos y está como diez minutos conversando con ellos. "Bueno, ¿qué es lo que me van a das pare cenar?, ¿qué vamos a encargar para la cena?". En eso, la Dra. va a la cocina a buscar... el presidente Betancourt trata de seguirla y en ese momento es cuando pierde el equilibrio, el cenicero se lo lleva, el cenicero de bronce puede más que él y se lo lleva. Él trata de agarrarse de algo, pero no encuentra nada para hacerlo, está en el vacío, él cae al piso como cae una piedra, es un peso muerto que está cayendo y en ese momento la presión arterial le sube y él cae. Todavía él no se ha dado cuenta de que tiene...

CR: Entonces, la hipótesis o la certeza, es que con el disgusto y la emoción de la caída, sufrió un derrame cerebral.

SR: Yo he escuchado las opiniones de varios médicos en Nueva York y de varios médicos en Venezuela y lo que dicen ellos es el testimonio de la misma Dra. Hartman, que es médico también. Otros médicos señalan que él estaba acostado y le da el derrame cerebral, pero eso es imposible, porque una persona con derrame no se puede levantar, ni puede estar conversando diez minutos como ocurrió con el presidente Betancourt. Cuando él cae, él trató de amortiguar el golpe...

SI: Él creyó que se había roto unas costillas.

SR: Él se va del lado izquierdo y en ese momento el guardaespaldas lo agarra y él empieza a conversar con la Dra. Hartman normalmente y le dice: "Mira, tengo un fuerte dolor como cuando te rompieron a ti las costillas". Ella ve, toda angustiada, ese momento dramático y el Presidente le dice: "Estoy mal y creo que me rompí una costilla". Se lo ratifica. En eso, ella ve que él tiene cierta posición en el pie que no le gusta a ella, siendo médico como es, y entonces ella le dice: "Mi amor agárrame la mano derecha". Él le agarra la mano derecha y se la aprieta. Inmediatamente le dice: "Agárrame la izquierda", y resulta que él no puede mover esa mano. Ahí es cuando ella se da cuenta de que sufre una hemiplejia. Y luego, en el carro, sigue conversando aún, él conversa como 30 minutos después de la caída y es en el carro cuando pierde el conocimiento y entra en coma, y en ese momento el cerebro del presidente Betancourt murió.

CR: En esos días, quienes estuvieron en el hospital, allá, se asombraron de la entereza de la Dra. Hartman de Betancourt.

SR: Hay un testimonio de afecto a esa gran mujer venezolana, que es la Dra. René Hartman de Betancourt, porque asombró a propios y a extraños cómo aquella mujer se comportó ante el dolor terrible de estar perdiendo al ser querido, es algo sumamente extraordinario y de una admiración hacia la Dra. Hartman.

SI: Además, como médico, ella tenía que estar más conciente que nadie de lo que estaba ocurriendo con el Presidente.

SR: Una gran decisión, porque en ese momento la gente tiene que tomar grandes decisiones, la tomó la Dra. Hartman de Betancourt. El médico le dice que la única posibilidad que queda es que el presidente Betancourt viva y respire pero convertido en un vegetal, sin cerebro. Ella entonces dijo: "Así no lo quiero, ni él tampoco lo quiere". Y ella anotó en su diario: "Mi amor, te quiero, te quiero. Que yo esté haciendo lo mejor". En ese momento al Presidente lo sacan de la terapia intensiva, lo llevan al piso 10°, y cinco horas después, muere".

SI: En tú libro tienes dos citas a Rómulo Betancourt muy importantes, una es en 1966 cuando Rómulo vivía en Nápoles y dijo: "No le tengo miedo a la muerte, pero necesito vivir". ¿Qué significa eso?

SR: Eso significa, porque cuando él sale de Nápoles, él se siente una pequeña tumoración en una mama y cuando llega a Nueva York le diagnostican que en un 85% podía ser cáncer.

CR: Eso en los hombres tiene un desenlace fatal muy violento.

SR: El cáncer en la mama de los hombres dura un día cuando mucho, medio día y se muere. Al Presidente lo operan en Nueva York, en el mismo Doctor's Hospital, donde murió años después, y el médico que lo opera le dice después a la Dra. Hartman: "Mire, dígale a ese hombre que se juegue a los caballos porque no es cáncer".

SR: Él, en todas las oportunidades en que ingresó en hospitales, lo hizo con nombres falsos, supuestos, y en esta oportunidad entró como Luis Rodríguez, para su última hospitalización, pero esta vez, la de su muerte, usó otro nombre y él médico le dijo que si se registraba como Rómulo Betancourt le damos ya la habitación y todo.

CR: Para la operación de la mama.

SR: Exactamente, y él no quiso. A él no le gustaban los hospitales.

CR: ¿Por qué?

SR: A la generación de antes no le gustaban los hospitales, se curaban solos, y particularmente, al presidente Betancourt, no le gustaban los hospitales porque tanto su mamá como su papá murieron en hospitales, cosa muy rara en esa época. Hay un dato curioso, para ser ingresado en esta oportunidad como Luis Rodríguez tenía que pagar $ 3.000, porque en Estados Unidos uno para ingresar dice que se llama Pedro Pérez y aunque no sea su nombre, si paga, lo aceptan como tal.

CR: ¿Qué pasó con ese pago?

SR: Bueno...

CR: Debe saberse que René Hartman no tenía los $ 3.000.

SR: Ella no tenía el dinero para ese pago y tuvo que llamar a un amigo para que éste consiguiera el dinero para pagar el ingreso de Betancourt al hospital. Una de las cosas que más emociona y apasiona es el titular del New York Times cuando muere el presidente Betancourt y dice: "Caso raro en Latinoamérica: Ha muerto el presidente Rómulo Betancourt, quien salió de la Presidencia tan pobre como llegó", y ese periódico recuerda la frase del presidente Betancourt: "La única riqueza que yo tengo es la honra". Eso es muy interesante y el Secretario de Estado lo calificó como "El Bolívar contemporáneo". La noticia de la muerte de Betancourt fue registrada en la prensa mundial, especialmente en los periódicos norteamericanos, donde se nota la gran admiración que esos periódicos sentían por el presidente Betancourt. El Chicago Tribune abrió a ocho columnas con la noticia. Esas investigaciones nos llevaron ocho meses recorriendo y buscando en todos los periódicos de Estados Unidos.

SI: Cuando dices "nosotros", ¿a quién te refieres?

SR: Yo hablo de nosotros, que somos Matilde de Robinson, mi esposa, y yo -ella también es Periodista- y que me ha acompañado durante estos tres años en Washington, estos tres años de vivencias y recuerdos en la capital de los Estados Unidos y por eso cuando digo nosotros, me refiero a Matilde y a mí.

SI: Y así es como debe ser. La otra cita, que es la frase final del último discurso de Betancourt el 3 de septiembre a los sindicalistas de AD, cuando se refería a Pérez Alfonzo, y era como si hubiera presentido que le quedaban 20 días de vida, es: "Adelante, por encima de las tumbas, adelante".

SR: Ése es el testamento político del presidente Betancourt, fue lo último que dijo y quiero decir que cuando conversé con él en la ONU, dijo que iba a hacer un viaje largo, él no tenía mucha intención de retornar pronto al pleito diario venezolano.

SI: A la guerrilla.

SR: Iba a ir a la China, se iba a demorar largo tiempo antes de regresar a Venezuela.

CR: Y fue un gran ejemplo.

SR: Yo lo digo que en la oportunidad -y la tuvo- de ser reelecto Presidente, porque si se lanza, gana, por el contrario le abrió paso a las nuevas generaciones venezolanas.



DIARIO LA HORA

28-09-2023